El coche eléctrico no es el problema, es parte de la solución
La movilidad eléctrica suele generar debates apasionados. Muchas personas desconfían de los coches eléctricos por dudas sobre su autonomía, las baterías, el coste o la infraestructura de recarga. Sin embargo, los datos y la experiencia demuestran que el coche eléctrico es una pieza clave de la solución a problemas ambientales y de eficiencia, no el origen del problema. De hecho, aunque hoy los vehículos electrificados aún son minoría (apenas un 8,8% del parque en España), sus ventas crecen rápidamente – un 20% solo en 2022, sumando unos 85.000 vehículos nuevos durante ese año. Así que a continuación, desmontamos con información clara y contrastada los principales mitos que alimentan la desconfianza hacia el coche eléctrico.
Autonomía: suficiente para el día a día
Mito: "Los vehículos eléctricos tienen una autonomía muy limitada y te dejarán tirado."
Realidad: La mayoría de los coches eléctricos modernos ofrecen autonomías más que suficientes para las necesidades diarias. En 2022, la autonomía media de un coche eléctrico puro rondaba los 354 km por carga, y los modelos más recientes ya alcanzan 400 km o más sin recargar. Algunos vehículos logran incluso más de 500-600 km en condiciones reales (por ejemplo, un Tesla Model 3 superó los 600 km en pruebas de uso cotidiano). Estas cifras superan con creces los aproximadamente 70 km que un conductor europeo promedio recorre al día, lo que significa que una sola carga cubre 5-6 días de desplazamientos habituales.
Además, la preocupación por la pérdida de capacidad de la batería con el tiempo está siendo atajada. Los fabricantes ya garantizan sus baterías durante 8 años o ~160.000 km, asegurando que conserven alrededor del 70-80% de su capacidad en ese periodo. De hecho, se estima que tras 8 años y 165.000 km una batería típica mantiene aún un 75% de su capacidad útil, y normativas venideras (Euro 7) exigirán un mínimo de 80% a los 5 años y 70% a los 7 años. En resumen, la autonomía real de los eléctricos es adecuada para la gran mayoría de usuarios y las baterías están diseñadas para durar muchos años manteniendo un rendimiento fiable.
Baterías: duraderas y con segunda vida
Mito: "Las baterías se degradan enseguida y son un problema ambiental."
Realidad: Las baterías de iones de litio de los coches eléctricos están demostrando ser mucho más longevas de lo que muchos piensan. Como indicamos, los fabricantes suelen ofrecer garantías de 8 años/160.000 km asegurando al menos el 70% de capacidad restante. En la práctica, muchos vehículos eléctricos superan los 200.000 o 300.000 km con sus baterías originales antes de requerir un relevo, y al final de su vida útil en el coche aún retienen gran parte de su capacidad (en torno al 75% tras ~8 años). Esto permite aprovecharlas en una “segunda vida” para almacenar energía renovable (por ejemplo, en casas con paneles solares) antes de su reciclaje final.
En cuanto al impacto ambiental, diversos estudios de ciclo de vida confirman que incluso contando la fabricación de la batería, un coche eléctrico emite bastante menos CO₂ que uno de gasolina o diésel a lo largo de su vida útil. Todos los vehículos consumen mucha energía en fabricarse, pero entre 80% y 90% del impacto ambiental de un coche de combustión proviene del combustible que quema y sus emisiones. Ahí es donde el eléctrico marca la diferencia: no tiene tubo de escape, elimina las emisiones locales en ciudad y si la electricidad proviene de fuentes renovables su huella de carbono se reduce drásticamente. Incluso con la matriz energética actual, se calcula que un vehículo eléctrico genera hasta un 41% menos de emisiones que uno convencional tras 320.000 km recorridos. Lejos de ser “igual de contaminante”, el coche eléctrico ayuda a mejorar la calidad del aire urbano (cero óxidos de nitrógeno o partículas de combustión) y será cada vez más limpio a medida que aumenta la proporción de energías limpias en la red eléctrica.
Coste total: una inversión que compensa
Mito: "Los coches eléctricos son demasiado caros; no salen rentables."
Realidad: Es cierto que el precio de compra de un coche eléctrico aún suele ser más alto que el de uno de combustión similar, principalmente porque muchos fabricantes empezaron por modelos de gamas altas. No obstante, esta diferencia de precio se está reduciendo año tras año y existen ayudas y ventajas económicas que equilibran la balanza. En España, el Plan MOVES III ofrece hasta 7.000 € de subvención para la compra de un eléctrico, y varias comunidades autónomas añaden incentivos fiscales (Navarra, por ejemplo, fue pionera en aplicar deducciones en el IRPF por la compra de vehículos eléctricos). Con estas ayudas, muchos modelos eléctricos quedan a un precio asequible.
Donde el coche eléctrico gana claramente es en el coste de uso diario. La “recarga” eléctrica es muchísimo más barata que llenar el depósito de combustible fósil. Por ejemplo, cargar en casa por la noche (con tarifa valle) puede costar solo 5-9 € una carga completa, suficiente para circular varios cientos de kilómetros. En contraste, cargar con gasolina o diésel esos mismos kilómetros costaría varias veces más (piensa en 40-50 € fácilmente para 500 km en un coche tradicional). A esto se suma el ahorro en mantenimiento ya mencionado y otros beneficios: en muchas ciudades los eléctricos están exentos de pagar impuesto de matriculación, disfrutan de bonificaciones en el Impuesto de Circulación, no pagan aparcamiento regulado (zona azul/verde) y pueden usar carriles especiales o acceder a zonas de bajas emisiones sin restricciones. Sumando todos estos factores, el coste total de propiedad de un vehículo eléctrico suele ser inferior al de un equivalente de combustión a lo largo de su vida útil, especialmente si se aprovecha para un buen kilometraje anual. Lo que a primera vista es una inversión mayor, se recupera con creces en forma de ahorros mes a mes en “combustible” y mantenimiento.
Recarga: infraestructura en auge y la comodidad de casa
Mito: "No hay suficientes puntos de recarga y cargar es una odisea muy lenta."